"El país donde las banderas son palabras que abrazan la vida"

domingo, 7 de febrero de 2010

VIVIR ENTRE GIGANTES O SER UNA GIGANTE

Hola blog, paso a saludarte y a recordar que existes. Te tengo más abandonado que al gym, pero bueno eso no importa ahorita, puesto que he vuelto con toda la yuca, cucara macara macara cuca.

El motivo de mi regreso, es que casualmente conversaba con una amiga y entre una cosa y otra, ella me dice, así de la nada, puesto que no hablábamos de algún tema que tuviera correlación con los enojos y gigantes. Si cada vez que nos enojáramos creciéramos un poquito, viviéramos entre gigantes. Me reí de lo que dijo, dado que al igual que ella, me imaginé la situación. Creo que entre más enojados estuviéramos más grandes seriamos. Imagínense cuando hay tráfico, creo que todos los conductores tuvieran que usar autos convertibles, para que a medida que se agigantaran no se hicieran daño con el techo del carro.
Llegué a mi casa y me puse a pensar si eso realmente pasara con nosotros cuando nos enojamos. Dije, viviría entre gigantes o sería una gigante? Así que eso me llevo a reflexionar, y rebobiné como había sido mi día desde que me desperté. Me encontré con esto:
Me levanté enojada porque el perro ladró toda la noche, madrugada, y cuando por fin decide dormir, el guacamayo empieza a holgazanear. Qué éxito!, fueron mis palabras. Me voy al baño, cuando me disponía a ducharme, no había jabón. Qué éxito!, no es fácil. Salgo de mi casa, para tomar un carro de tráfico y todos pasaban llenos, así estuve 20 min, en esa espera. Qué éxito! Llegué a la oficina y mi jefe no estaba, y se suponía que iba temprano porque íbamos a realizar un trabajo juntos. Se juntó otro éxito. Allí me detuve y no quise seguir recordando todos los QUÉ ÉXITO! había dicho en el día. Creo que me avergoncé de ser tan impaciente para algunas cosas. Ah, yo creo que con todas las veces que me enojé, saludé a Dios, de tan gigante que llegué a ser.
En ese momento me dije, nada es tan importante como para perder mi calma y que el día se nuble, puesto que Dios nos regala la mañana con un sol espléndido, a mí, los gritos del guacamayo, para decirme, este es un nuevo amanecer, estás viva, puedes respirar, oír, ver, tocar, sentir. Así que desde ese día, me propuse no ser una gigante, sino vivir entre gigantes, aunque lo ideal sería que nadie se convirtiera en gigante.
Me apropié de la frase que dice: "Si la vida te da limones, haz limonada", bien fría, lista para ser degustada. No permitamos que lo externo robe nuestra paz, ni felicidad.

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